jueves, 22 de marzo de 2007

Crónica // ROMPE CABEZAS (pequeñas visiones de un recital) por Arturo Vega

“Pasó de moda el golfo como todo, viste vooos. Como tanta otra tristeza a la que te acostumbraaas”.

Un grupo de diez pibes cantan, entre los que estan Lucho, Mono y Virgi. Son como huerfanitos que buscan consuelo en las canciones. Estan rodeados por unas cien personas. Los escuchan, pero no les dan mucha bola. Hablan entre sí. Las canciones cambian. Comienzan a gritar que con ese silencio "no parecen redondos" y la puteada consiguiente. Falta más de una hora para que comience el show de EL SOLDADO y hace un calor de mil infiernos.

Es medianoche. Se corre el telón negro. Comienza "Ella lo trae aquí (rock del rescate)" y todos comienzan el ritual de saltos y gritos. Los temas del último disco caen bien. Algunos son seguidos como si ya fueran clásicos. Desde el rocanrol sanguíneo de "El duro" a temas que hacen mover a todos como "Sola en tu infierno". A pesar de los problemas de sonido. Al principio los acoples son como estiletes que se clavan en los oídos. Tres temas, dejan de clavarse en los tímpanos.

Virgi esta tirada en el suelo. Está colgada siguiendo los temas. Todos pasan encima de ella. Algunos casi la pisan. La miran pensando que esta desmayada o demasiado borracha. Igual ella no les presta demasiada atención.

Los problemas de sonido continuan todo el show. La acústica del lugar no es muy buena. De todas formas, es una noche inspirada para EL SOLDADO y ante eso no hay desperfecto que valga. Después de la primer hora, cada tema empieza a dar comienzo a inspirados solos o largas zapadas. La gente los acompaña agitando sus manos, aplaudiendo ante la resolución de cada solo.

Suena “Tren de fugitivos” y todos comienzan a saltar. Se siente el ruido de los vasos de plastico, ya sin cerveza, que son aplastados. Como una gran máquina de triturar.

Las luces se encienden. Acaban de tocar “El ángel de los perdedores”. Virgi se levantó del piso, los vasos rotos no. Todos aplauden y piden más, pero algunas plegarias nunca se escuchan.

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