La Renga en San Juan
TORMENTA EN EL DESIERTO
Textos: A. O. Vega
Producción: Fabricio Ronchietto
Aire. Eran un poco más de las diez y media de la noche y las nubes tapaban el cielo de San Juan. Aunque esta vez la tormenta no estaba allá arriba. Estaba desatándose abajo, entre banderas agitadas y más de cinco mil personas –que se acercaron hasta el estadio de Trinidad- saltando de un lado a otro ante el arranque demoledor de “Oscuro Diamante”. Y en el ojo de ese huracán, La Renga. Tres años habían pasado desde la última visita del grupo de Mataderos que brindaron un show según su costumbre: mucha potencia, pocas y arteras palabras y demasiado rock.
Agua. Bajo una llovizna persistente presentaron “Trueno Tierra”, aunque apenas tocaron la mitad de sus temas, entre ellos “Almohada de piedra”, “Montaña roja” o el significativo “Ruta 40”, que junto con “La boca del lobo” desataron un remolino humano. Pero el verdadero delirio vino a mitad del show cuando hicieron sonar “Paja brava”, dedicado por Chizzo a quienes “dejan la naturaleza muerta y el agua contaminada y ya saben de quien estoy hablando” –un tiro por elevación para el gobierno sanjuanino y las empresas mineras-.
Tierra. A partir de ahí “Despedazado por mil partes”, “Lo frágil de la locura”, “Veneno” y la “Balada del diablo y la muerte” hicieron temblar San Juan. Con pocos desajustes técnicos, sonaron muy contundentes y entregaron una lista superpoblada de clásicos y el público lo agradeció.
Fuego. Apenas hubo un par de advertencias de Gustavo Nápoli ante las bengalas encendidas: “el asunto de las bengalas –dijo- ya es un mal recuerdo”. No hizo falta más. El recital dejó para el final “Panic show” y “El revelde”, por supuesto para terminar “Hablando de la libertad”. Dieron lo que saben dar: un Chizzo desagarrando voz y guitarra, un Tete preciso e imparable y un Tanque haciendo retumbar gargantas. Cerraron su paso por Cuyo dejando dos horas y media de un rock visceral y combinando todos los elementos para hacer tronar las tierras cuyanas.
Agua. Bajo una llovizna persistente presentaron “Trueno Tierra”, aunque apenas tocaron la mitad de sus temas, entre ellos “Almohada de piedra”, “Montaña roja” o el significativo “Ruta 40”, que junto con “La boca del lobo” desataron un remolino humano. Pero el verdadero delirio vino a mitad del show cuando hicieron sonar “Paja brava”, dedicado por Chizzo a quienes “dejan la naturaleza muerta y el agua contaminada y ya saben de quien estoy hablando” –un tiro por elevación para el gobierno sanjuanino y las empresas mineras-.
Tierra. A partir de ahí “Despedazado por mil partes”, “Lo frágil de la locura”, “Veneno” y la “Balada del diablo y la muerte” hicieron temblar San Juan. Con pocos desajustes técnicos, sonaron muy contundentes y entregaron una lista superpoblada de clásicos y el público lo agradeció.
Fuego. Apenas hubo un par de advertencias de Gustavo Nápoli ante las bengalas encendidas: “el asunto de las bengalas –dijo- ya es un mal recuerdo”. No hizo falta más. El recital dejó para el final “Panic show” y “El revelde”, por supuesto para terminar “Hablando de la libertad”. Dieron lo que saben dar: un Chizzo desagarrando voz y guitarra, un Tete preciso e imparable y un Tanque haciendo retumbar gargantas. Cerraron su paso por Cuyo dejando dos horas y media de un rock visceral y combinando todos los elementos para hacer tronar las tierras cuyanas.
El aguante
Demás esta decir que las bandas sanjuaninas dieron un buen show y calentaron el ambiente. Hijo Afortunado sonando muy bien y parejo y Huaykil brindando la potencia de siempre, aunque con algunos desajustes en el sonido que suplieron dando todo y terminando con "Huaziul" junto a Gustavo Napoli en voz para comenzar a preparar el banquete.
Ver: Galería de imagenes del show
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